¿A quién se recomienda y qué pruebas se realizan?

El cáncer de próstata clínicamente detectable es la forma más frecuente de cáncer en los hombres de más de 50 años de edad en U.S.A. y la segunda causa de muerte por cáncer en los varones.

Aproximadamente un 30% de hombres mayores de 50 años tienen focos asintomáticos de cáncer de próstata reconocible en las series de autopsias.

Sin embargo, se ha calculado que el riesgo de un hombre de 50 años de desarrollar un cáncer de próstata clínicamente relevante ha sido estimado en cerca de un 10%, en tanto que el riesgo de morir por cáncer de próstata se aproxima al 3%.

La implantación de programas de detección precoz del cáncer de próstata es un tema muy controvertido. El hecho es que los tumores detectados mediante el despistaje desde la utilización del PSA (antígeno prostático específico) tienen mayor probabilidad de estar confinados al órgano.

Cuando se utilizan programas de detección, los pacientes con cáncer de próstata se detectan en una fase más precoz que cuando se encuentran sintomáticos.

La hiperplasia benigna de próstata (HBP)

Por otra parte, hay que reseñar que la hiperplasia benigna de próstata (HBP) es el tumor benigno más frecuente en el varón de más de 50 años, y la segunda causa de ingreso para intervenciones quirúrgicas. Por ello, es recomendable valorar clínicamente, aunque sea de forma somera, a este grupo de edad.

De hecho, el 70% de los pacientes mayores de 70 años desarrollan una HBP, de los cuales entre el 35 y el 40% sufrirán síntomas clínicos de prostatismo.

¿A quién se recomienda un chequeo prostático?

Como concepto de partida, hay que reseñar que el urólogo debe incluir una evaluación prostática en la visita de cualquier varón con sintomatología miccional.

El candidato adecuado:

  • Varón entre 50 y 70 años de edad, con buena salud y con una esperanza de vida de, por lo menos, 10-15 años.
  • En los casos de antecedentes familiares de cáncer de próstata se sugiere comenzar de forma opcional el despistaje a los 40 años de edad.
  • Dado que la prevalencia del cáncer de próstata aumenta al avanzar la edad, después de los 70 años la esperanza de vida disminuye a menos de diez años y los riesgos de muerte por otras causas aumentan.

Por ello, y aunque cada caso debe tomarse individualmente, no se recomienda el despistaje rutinario del hombre asintomático mayor de 70 años salvo que la detección o el tratamiento del cáncer de próstata modificasen la calidad de vida de los pacientes.

¿Qué pruebas se realizan en un chequeo prostático?

  • Historia clínica

    Por la existencia de molestias o dificultades asociadas a la micción, la frecuencia de la misma, de hematuria (sangre en la orina), de antecedentes de infecciones urinarias, etc.

    También se puede entregar el cuestionario IPSS (International Prostatic Symptoms Score), un baremo de síntomas urinarios y de calidad de vida validado por la OMS, que nos permite tener una impresión de la situación clínica del varón de forma rápida.

  • Exploración física

    La aplicación del tacto rectal como parte de la exploración de rutina está bien establecido. No obstante, la aversión que algunos pacientes sienten por el examen y la falta de sensibilidad y de especificidad de la prueba son sus dos limitaciones.

    Utilizado aisladamente, no ha tenido éxito para detectar el cáncer de próstata en estadio precoz, potencialmente curable, pero en combinación con el PSA tiene un indudable valor. Hasta el 3 % de los tumores se detectan por la exploración, encontrándonos cifras de PSA rigurosamente normales

  • Análisis

    El análisis del sedimento urinario permite identificar la presencia de hematuria o la eventual infección urianria.

    Determinación de la creatinina en plasma (permite una evaluación de la función renal).

    El PSA es una proteína producida por las células epiteliales de la próstata y, entre otras circunstancias, aumentan sus niveles en sangre por la existencia de células tumorales prostáticas.

  • Ecografía urológica

    La Ecografía urológica (reno-vésico-prostática) no es una prueba obligada, pero sin duda es un instrumento útil en caso de que existan molestias miccionales significaticas u otras circunstancias clínicas que lo aconsejen. La medición del residuo (volumen de orina que queda en la vejiga tras la micción) puede bastar en el contexto de un chequeo urológico.

    Aunque la ecografía transrectal es útil en el diagnóstico del cáncer de próstata, no se recomienda como parte de un estudio de rutina por la falta de especificidad y su relativa incomodidad.

  • Flujometría

    Consiste en realizar una micción en el flujómetro, aparato que mide el volumen de orina emitida por unidad de tiempo y lo transforma en una señal que puede ser digitalizada o enviada a un polígrafo.

    Tiene como finalidad obtener datos objetivos y cuantificables sobre la dinámica miccional del paciente, puesto que no siempre existe correlación entre la sintomatología y el grado de obstrucción.

    En general, los organismos que promueven los chequeos urológicos recomiendan una evaluación combinada, con mayor frecuencia basada en la exploración física y el PSA, aunque, como hemos visto, pueden incluirse otras pruebas en función de los hallazgos clínicos.

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