CIRUGÍA UROLÓGICA

TRATAMIENTOS

BIOPSIA DE PRÓSTATA

La biopsia prostática es la herramienta de la que nos valemos para el diagnóstico definitivo del cáncer de próstata.

Nuestra Unidad realiza de modo rutinario la biopsia/mapeo prostático de modo extensivo bajo sedación y anestesia local, en régimen ambulante tal y como se realiza, por ejemplo, en otros procedimientos como la gastro/colonoscopia.

Se requiere de una pequeña preparación, en la que se incluye un antibiótico y la utilización de un enema para la limpieza del recto, con el fin de evitar las posibles complicaciones (sangrado al orinar, en la deposición o presentar un cuadro infeccioso, fundamentalmente) que, en nuestra experiencia,  son muy poco frecuentes.

   

LAPAROSCOPIA UROLÓGICA

La técnica laparoscópica nos permite el abordaje de patología abdominal/pelviana de modo menos invasivo, a través de varios orificios de 11-5 mm en la pared, que nos permiten la realización de la extirpación /reparación en diferentes patologías.

Especialmente atractiva y práctica en diferentes patologías:

  • Riñón (extirpaciones completas del órgano por tumores o casos de atrofia, extirpación de tumores dejando el remanente del órgano no afecto, reparación de estenosis de la unión pieloureteral, casos seleccionados de litiasis).
  • Uréter ( casos seleccionados de litiasis-tumores).
  • Glándula suprarrenal (tumores).
  • Próstata (tumores).
  • Vejiga (cistectomía radical).

RESECCIÓN TRANSURETRAL (RTU) DE PRÓSTATA Y VEJIGA

La resección transuretral es una intervención quirúrgica urológica que consiste en la extirpación de tejidos enfermos de uretra, próstata y vejiga accediendo a ellos a través de la luz uretral con un aparato endoscópico llamado resectoscopio.

La intervención de la próstata para tratar la HBP implica la eliminación del tejido prostático que está aumentado. La intervención más común es un procedimiento quirúrgico endoscópico (a través de un aparato que se introduce por la uretra) mediante el cual se extirpa la parte de la próstata aumentada de tamaño que protruye en la uretra. A esto se le llama “ resección transuretral” (RTU), que se realiza la resección de “rebanadas” de tejido mediante un bisturí monopolar o los más modernos bipolares, que aportan un corte mucho más preciso y que permite reducir la duración del procedimiento.

La Vaporización mediante Láser (Diodo, Tulio, KTP) permite la ablación del tejido (mediante calentamiento del mismo) con una mínima hemorragia y permite que el tiempo que el paciente permanece sondado se disminuya. Por otro lado, tiene como aspectos ligeramente desfavorables el que el procedimiento es más costoso, que generalmente requiere algo más de tiempo y que no se recoge tejido para su análisis histológico, si bien previamente a la intervención se ha descartado razonablemente la presencia de un carcinoma con los datos disponibles.

Si existe tan sólo un pequeño aumento de la glándula (el tamaño de la próstata no se correlaciona con el grado de obstrucción que produce) puede ser suficiente el realiza un pequeño corte en la próstata, sin necesidad de quitar tejido, para reducir la constricción de la uretra. A esto se le llama “incisión transuretral” (ITU) o “cérvicotomía”. También se puede utilizar el láser para este propósito, con las evidentes ventajas que conlleva respecto a la ausencia de sangrado y a la posibilidad de emplear un aparato de menor grosor con el potencial menor traumatismo uretral que conlleva.

Si la próstata está aumentada de tamaño de forma considerable, puede ser necesario llevar a cabo una operación abierta a través de una incisión en la parte baja del mismo (de un modo gráfico, es una apertura similar a la requerida para una cesárea en el parto), con la cual se enuclea todo el tejido prostático que rodea a la uretra, dejando la porción periférica o “cápsula”. También es posible realizar la enucleación con láser (Holmio, diodo o Tulio), si bien es un procedimiento más costoso y que requiere de material específico, además de experiencia en el procedimiento. Es este caso, las complicaciones aunque no son frecuentes, pueden ser potencialmente graves.

La cirugía conlleva obviamente mayor riesgo que el tratamiento médico. Hay que informar siempre al paciente de la alta posibilidad de la eyaculación retrógrada. En este proceso, el semen, durante la eyaculación, en lugar de salir al exterior entra en la vejiga, y es expulsado más tarde con la orina. Hay estudios que demuestran que hasta 3/4 de los hombres experimentarán esta complicación tras la realización de una RTU/Vaporización láser; este porcentaje es mucho menor con la ITU y, por el contrario, cercano al 100% en la cirugía abierta y en la enucleación con láser. La aparición de incontinencia urinaria no es frecuente (1-5%) pero tiene unas implicaciones relevantes. La estenosis de uretra o estrechez de la misma tras la realización de un proceso endoscópico (5-15% de los casos) es otro aspecto a tener en cuenta; cuanto más delicado sea el manejo uretral menos posibilidades hay de que esa complicación tenga lugar.

También se ha relacionado la cirugía con la aparición de disfunción eréctil, si bien este puento es controvertido, pues los nervios erectores están localizados externamente a la cápsula prostática.

Los beneficios de la cirugía se mantienen mucho tiempo pero, al ser eliminada tan sólo una parte de la próstata (permanece la porción periférica), algunos hombres pueden necesitar con el tiempo una segunda intervención, más habitual en casos de RTU/Vaporización por láser.

Ya existen, y se están continuamente desarrollando, nuevos tratamientos para la hiperplasia benigna de próstata. Estas técnicas son mínimamente invasivas (i-Tind, Urolift), si bien necesitan anestesia local/sedación para llevarse a cabo, y el riesgo de complicaciones no es despreciable en algunos casos.

Sobre estas nuevas técnicas hay que puntualizar:

  • Aún no se conoce con rotundidad si estos tratamientos serán tan efectivos como la RTU, la vaporización/enucleación con láser o la cirugía abierta, y se está evaluando qué pacientes son los más adecuados para aplicarles estos tratamientos.
  • Estas técnicas están continuamente siendo evaluadas.

Algunos pacientes con retención urinaria que tienen un alto riesgo vital caso de someterse a una anestesia pueden tener que verse obligados a llevar un catéter de manera permanente, que puede colocarse, bien a través de la uretra, o directamente a través del abdomen en la vejiga. En estos casos, el riesgo de cistitis (infección de la vejiga) es mayor.

Una alternativa es enseñar al paciente a vaciar la vejiga él mismo con un catéter de forma periódica. Dadas las características de estos pacientes y la situación en que se encuentran, en pocas ocasiones es factible en la práctica.

   

CIRUGÍA URETRAL (cirugía endoscópica, cirugía compleja con utilización de injertos, etc…)

La uretra es el conducto que va desde la vejiga a la punta del pene. Su misión principal es conducir la orina hacia el exterior del organismo, si bien este canal tiene un papel muy importante en la eyaculación del semen.

Cuando existe una estrechez ocurren diversos síntomas que afectan a la calidad de vida del paciente y deben ser solucionados para evitar consecuencias inmediatas o a largo plazo. La información que se expone en todos estos apartados le pueden orientar hacia cual puede ser el tratamiento más adecuado para su caso en concreto.

Durante la micción la vejiga se va vaciando a través de la uretra y va eliminando la orina del cuerpo. La orina pasa a través del cuello de la vejiga a otro segmento rodeado por la próstata, llamada uretra prostática. El segmento siguiente de la uretra que nos encontramos se denomina uretra membranosa y contiene un músculo denominado esfínter urinario externo. Este esfínter permite a las personas retener la orina de forma voluntaria y detener la micción (cortar el chorro de la orina). Ambas, la uretra prostática y la uretra membranosa forman la  uretra posterior y tienen una longitud  aproximadamente de 5 cm. Después de la uretra posterior la orina pasa por la uretra bulbar, y luego por la uretra peneana o péndula, ambas constituyen la llamada uretra anterior y mide entre 22 y 25 cm. La uretra peneana o péndula es el segmento que se localiza a lo largo de la superficie inferior del pene y que nos podemos incluso palpar. La salida a la altura del extremo libre del pene (punta del pene) se llama meato.

   

   

La estenosis o estrechez uretral es una cicatriz en la propia uretra que puede bloquear el flujo de orina. Esta enfermedad puede tener un impacto muy importante sobre la calidad de vida produciendo infecciones, cálculos en vejiga, fístulas, sepsis y por último fallo renal.

Las estenosis pueden ser divididas en 2 tipos principales, anterior (92%) y posterior (8%), que las diferencia no sólo por su localización anatómica sino también por su patogénesis (causas).

Las causas son congénitasinflamatoriasinfecciosas o traumáticas y en algunos casos no tiene origen conocido.  

Cuando se habla de estenosis de uretra se refiere normalmente a enfermedad de la uretra anterior. Típicamente ocurre secundariamente a un traumatismo o infección produciendo la cicatriz en la luz de la uretra.

Síntomas

 La mayoría de los pacientes sufre síntomas asociados al tracto urinario inferior tales como retardo en el inicio miccional, chorro miccional flojo, goteo al final de la micción y sensación de vaciamiento incompleto. Algunos sufren cuadros de urgencia como retención urinaria con imposibilidad absoluta para la micción.

Flujometría

Es una prueba sencilla que se realiza en la consulta, y mide la cantidad de orina que el  paciente es capaz de orinar por segundo, la duración de la micción y cualquier cantidad de flujo intermitente. De esta manera se conoce la capacidad de la vejiga, el estado de las vías urinarias, la fuerza de los músculos urinarios, etc..

Uretroscopia

 Se trata de una prueba en la que se introduce un dispositivo llamado cistoscopio por la uretra del paciente  (punta del pene en el hombre) y evalúa la uretra. Se puede estudiar a su vez toda la vía urinaria baja.

Uretrografía retrógrada y permiccional

 Probablemente la prueba diagnóstica más importante. Es una prueba que consiste en inyectar contraste a través de la punta del pene (uretra) y realizar radiografías  secuenciales. Es una prueba muy antigua pero sigue siendo indispensable en la evaluación de un paciente con estenosis.

Esta prueba incluye proyecciones retrógradas y permiccionales (durante la micción).

  1. Dilataciones uretrales periódicas
  2. Uretrotomía interna (endoscópica)
  3. Uretroplastia (cirugía abierta) -> Técnica de elección

Puntos clave básicos del tratamiento:

  • Hace más de 10 años se decía que primero se debía empezar  por las técnicas más sencillas para tratar las estenosis y luego, si éstas no daban resultado pasar a las técnicas más complejas. Se ha visto que este concepto es un error.
  • Hay que considerar siempre la uretroplastia(cirugía abierta sobre la uretra) a través del periné como la opción principal en todos los casos de tratamiento y en todos los casos de pacientes en los que ha fallado una uretrotomía previa. Hay algunas excepciones que consideramos y comentamos más adelante.
  • Para realizar una uretroplastiase usan muchas técnicas diferentes, dependiendo de la localización, longitud, y el carácter de la estenosis. El manejo exitoso de las estenosis uretrales requiere experiencia y un conocimiento detallado de la anatomía, fisiopatología, la selección adecuada de los pacientes, y las técnicas reconstructivas.

CIRUGÍA RENAL

Los cálculos o litiasis renal son el resultado de la precipitación de alguna de las diversas sustancias que son eliminadas por el riñón en la orina. Los más frecuentes son aquellos formados por sales cálcicas como oxalato cálcico (70%) y fostato cálcico, ácido úrico (12%), cistina (2%)  y estruvita  (de origen  infeccioso).

La incidencia máxima de esta enfermedad tiene lugar entre la tercera y quinta década de la vida, y afecta con más frecuencia a los varones (2-3/1), aunque en los niños la incidencia es similar en ambos sexos. En España tiene una prevalencia (total de la población afectada) del 4,16%  y una incidencia (nuevos casos  al año) del 0,27% , aunque la distribución por regiones es muy variable (desde la prevalencia del 2,95% en Granada (zona de Lanjarón) al 12,6% en la Comunidad Balear).

Síntomas

Los cálculos del aparato urinario se manifiestan de diversas formas dependiendo de su origen, tamaño y localización, siendo lo más frecuente el dolor cólico que ocurre cuando el cálculo produce una obstrucción al paso de orina en cualquier porción del uréter, provocando hiperpresión y distensión de la vía urinaria y las cavidades renales, produciendo un intenso dolor.

El cólico renal es un dolor intenso de instauración súbita que se localiza en la región lumbar del lado afecto, y que se puede irradiar al abdomen, la ingle y testículo o vulva. Puede acompañarse de sudoración, palidez, nauseas y vómitos; tal es la intensidad del dolor. Si está próximo a la vejiga, el paciente puede presentar también deseo miccional continuo, escozor y micción frecuente.

Otros problemas que puede causar son la emisión de orina teñida de sangre (hematuria) e infección de la orina al existir un mal drenaje de la misma.

Un aspecto importante a tener en cuenta es el tamaño del cálculo; generalmente sólo aquellas de menor tamaño (menores de 1 centímetro) pueden pasar al uréter y producir un cólico. Las litiasis de mayor tamaño, si no se tratan pueden seguir creciendo y comprometer finalmente la función del riñón.

Dada la intensidad del dolor, ante un cólico de riñón es frecuente tener que acudir a recibir asistencia médica con carácter de urgencia, dada la intensidad del dolor. Si el cálculo mide menos de medio centímetro, generalmente se podrá expulsar dificultad, aunque el proceso puede suponer varios días en los cuales puede presentar otros episodios dolorosos. Cuando la piedra progresa y accede a la vejiga,  se produce el cese del dolor y ésta será eliminada con la micción.

Generalmente se realizarán de forma inicial, unos análisis de sangre y orina, sobre todo para valorar la función renal y descartar la presencia de infección urinaria. Asimismo, le será practicada una radiografía simple (sin contraste) para valorar el tamaño y la posición del cálculo (a excepción de los casos en que la piedra sea de ácido úrico únicamente, que no son visibles en la radiografía). La ecografía nos da información de la posición de la litiasis en muchos casos y, sobre todo, del grado de obstrucción que tenga el riñón afectado. Caso de requerirse tratamiento, será recomendable obtener una radiografía de contraste o un TAC para valorar más detalladamente la posición y tamaño de la litiasis, así como su repercusión funcional.

Es recomendable visitar a su Urólogo, que se encargará de:

  • Verificar la expulsión del cálculo y el restablecimiento de la morfología/función renales.
  • Estudiar la composición del cálculo, identificar algún trastorno metabólico que pueda ser causa de la litiasis e instaurar tratamientos que intenten prevenir la formación de un nuevo cálculo.
  • En el caso de que no se haya expulsado o tenga un tamaño que impida su expulsión, es necesario valorar la situación de la litiasis y la estructura y funcionalismo del tracto urinario, de cara a un tratamiento de la litiasis.

La Litotricia es una técnica no invasiva que consigue la fragmentación del cálculo gracias a la generación de ondas de choque. Aunque el número de ondas requeridas y la intensidad de las mismas dependen de la posición del cálculo (mejor tasa global de fragmentación si está en el riñón), su tamaño, la dureza del mismo, los modernos aparatos de litotricia sólo requieren de una pequeña sedación para aplicar el tratamiento. En la mayor parte de los casos, se realiza en régimen ambulante/corta estancia, requiriendo un control en unos días para verificar el éxito del tratamiento.

El tratamiento endoscópico  (Ureteroscopia) de la litiasis ha experimentado un auge en los últimos años. Nuestro grupo acumula una gran experiencia en este tipo de tratamiento, de hecho es nuestra primera elección ante cálculos ureterales en mujeres y los localizados en la parte distal del uréter  (la más próxima a vejiga) en varones. Se puede realizar la extracción de la litiasis con una pinza y/o cestillo especialmente diseñados para este propósito, pudiendo recurrir a otras fuentes de energía si se precisa la fragmentación del cálculo (Lithoclast, Walz o láser de Holmio), en régimen de corta estancia/24h y bajo sedación/anestesia regional. En casos seleccionados, se opta por realizar este tratamiento en uréter proximal (el que está cercano al riñón) e incluso en cavidades renales, si bien en estos casos se utiliza un instrumental más específico y costoso (ureteroscopio flexible; la única fuente de energía que podemos emplear en estos casos es el láser), requiriendo anestesia general y generalmente 24h de ingreso.

También se puede realizar un abordaje renal percutáneo (a través de la piel) en caso de litiasis renales de gran tamaño o en las cuales la litotricia o los métodos endoscópicos no han resultado eficaces. El procedimiento requiere anestesia general y emplear fuentes de fragmentación (las mencionadas previamente o la energía ultrasónica).

En casos seleccionados, se requiere de abordaje laparoscópico o mediante cirugía abierta para la resolución del caso.

Prevención

Una vez resuelto el caso, conviene determinar si existe alguna predisposición o susceptibilidad de que se repita el proceso; para ello es conveniente realizar un estudio metabólico que nos pueda orientar acerca de alguna terapia específica en este sentido.

VASECTOMÍA Y VASOVASOSTOMÍA (REVERSIÓN DE VASECTOMÍA)

Es una técnica quirúrgica de esterilización, de intención definitiva, que constituye el método más simple y seguro de esterilizar al varón. La técnica se basa en la interrupción de la vía espermática por la sección de ambos conductos deferentes (los que transportan los espermatozoides hasta el área prostática) a nivel escrotal. La técnica se realiza generalmente con anestesia local, en régimen ambulante y las complicaciones son mínimas, siendo por ello más sencilla que la esterilización de la mujer.

La vasectomía suele ser solicitada por parejas estables que no desean tener más hijos. También se solicita por el riesgo de transmisión de enfermedades a la descendencia, el riesgo de embarazo por problemática femenina, intolerancia de métodos anticonceptivos, edad avanzada de la esposa, etc.

El procedimiento se realiza en un quirófano, con las medidas de asepsia y el instrumental adecuados. El paciente se coloca tumbado hacia arriba, y se rasura y desinfecta el área donde se hace la incisión.  Se infiltra con anestesia local alrededor del conducto deferente de cada lado, localizado en una zona por encima de ambos testículos.

La vasectomía puede realizarse a través de una incisión en la zona media o de dos pequeñas infecciones laterales, siendo esto más frecuente. Se llega hasta los conductos deferentes y se corta una porción de cada uno de ellos, pudiendo fulgurar y/o ligar los extremos. Opcionalmente, y para mayor seguridad, se puede interponer una lámina de tejido entre ambos cabos.

En la piel se coloca unos puntos que se reabsorben en unos días, por lo que no hace falta que se retiren. Por lo general, el paciente puede regresar a su  domicilio inmediatamente y reanudar al día siguiente una actividad laboral que no requiera una actividad física intensa. Durante una semana hay que evitar ejercicios fuertes y levantar pesos. Las relaciones sexuales pueden tenerse cuando cesen las molestias en los genitales, manteniendo las medidas anticonceptivas utilizadas hasta que se verifique en un seminograma la ausencia de espermatozoides, momento en el cual se dará el alta.

De modo muy infrecuente, tras la intervención pueden aparecer hemorragias (en los bordes de la herida, e incluso hematomas en escroto y pene), inflamación  o infección (del testículo, del epidídimo o del deferente. Más raramente, puede acumularse cierta cantidad de líquido entre las capas del testículo (hidrocele). El escroto también puede resultar dolorido, y sentir dolor en esa zona e incluso en el bajo vientre de forma transitoria; estos síntomas pueden aliviarse llevando ropa interior ajustada que haga de soporte y tomando la medicación que le prescriba el cirujano.

De forma más tardía, hay casos en los que persiste cierto dolorimiento en la zona del testículo, que incluso en algunos casos puede mantenerse cierto tiempo, precisando tratamiento específico (síndrome tardío postvasectomía). No hay que olvidar que el conducto puede recanalizarse a pesar de todas las medidas que se han reseñado (0,6-1,4% de los casos, pero estas cifras varían según varios estudios y la técnica utilizada), por lo que es obligado comprobar la ausencia de espermatozoides.

Después de la operación todavía queda esperma en la porción de los conductos deferentes cercana a la próstata. Así que es necesario emplear otro método anticonceptivo durante algún tiempo. Alrededor de tres meses después de la vasectomía es necesario realizar uno o dos pruebas de semen – en un intervalo de dos o cuatro semanas – para comprobar si los espermatozoides han desaparecido. Una vez que esta circunstancia se verifica,  el paciente es dado de alta y no tiene que recurrir a otro método anticonceptivo.

La vasectomía no afecta al nivel de deseo ni al orgasmo, y únicamente reduce el volumen del eyaculado en torno a un 10%.   Conviene recordar que la vasectomía no protege frente a las enfermedades  venéreas.

Es fundamental el considerar que después de la vasectomía ya no pueden tenerse hijos. Algunas personas han  oído decir que la vasectomía es un procedimiento  reversible, pero eso es inexacto.

Según el tipo de técnica que se emplee, la reversión puede facilitarse. Por ello, quien esté pensando en someterse a  una vasectomía debería primero estar bien seguro de que  después no se arrepentirá.

Pero las circunstancias personales pueden cambiar (cambio de pareja, pérdida de hijos, etc) y plantearse una reversión de la vasectomía. Aproximadamente se solicita esto en el 1-3% de los vasectomizados.

Habitualmente, y sobre todo si se utiliza microcirugía para la sutura de los cabos del conducto deferente en la reparación, se consiguen espermatozoides en el eyaculado en más del 90% de las intervenciones. No obstante, sólo se produce embarazo espontáneo en alrededor de la mitad de los casos.

Algunos fármacos se han estudiado como alternativas, pero por el momento se han desestimado por los efectos secundarios que pueden producir.

También se han desarrollado otros métodos para interrumpir el conducto deferente pero, en general, el porcentaje de fallos es bastante mayor que la vasectomía tradicional y no se usan en la práctica diaria.

HIDROCELE

El hidrocele es una acumulación de líquido en el interior de una capa que rodea al testículo y que forma la llamada “túnica vaginal”. Este problema es de naturaleza completamente benigna.

Existen dos tipos de hidrocele:

  • Comunicante, en la que persiste una comunicación entre la cavidad abdominal y la “túnica vaginal” y que afecta con más frecuencia a niños. La mayoría cierran espontáneamente durante el primer año de vida, aunque si el hidrocele es grande se puede asociar una herniación de contenido intestinal.
  • No comunicante, que afectan fundamentalmente a varones de más de 40 años y tiene larga evolución. De origen desconocido en la mayoría de los casos, puede ser en ocasiones causado por traumatismos, infecciones o tumores del testículo.

Los niños con hidrocele habitualmente presentan un bulto en escroto que es pequeño y compresible por las mañanas (tras permanecer tumbado durante el sueño),  pero que a lo largo del día se vuelve más grande y tenso. Esto indica que existe una pequeña comunicación entre la cavidad peritoneal y la “túnica vaginal”.  Los niños rara vez experimentan ninguna molestia por el hidrocele.

El hidrocele habitualmente no produce síntomas, aunque en ocasiones puede producir una sensación de pesadez o causar molestias por su tamaño.

Si nota algo extraño sobre la forma o tamaño del escroto, póngase en contacto con su urólogo; una exploración mediante transiluminación o, idealmente con ecografía, confirmará el diagnóstico.

En los niños se produce en muchas ocasiones el cierre espontáneo de la comunicación y, por tanto,  la desaparición del hidrocele es frecuente a lo largo del primer año de vida. Por ello, la operación debe posponerse hasta haber transcurrido esta fecha excepto en aquellos casos en los que exista una hernia asociada. El procedimiento consiste en cerrar la comunicación existente a través de una pequeña incisión en la ingle.

En los adultos, el tratamiento se indica en aquellos casos en los que existe dolor o alteración estética,  y consiste en una intervención en la que se evacua el contenido y se realiza una plicatura y/o extirpación de la “túnica vaginal”. El tratamiento mediante vaciado intermitente o vaciado con la introducción de un agente esclerosante ofrece unos pobres resultados.

CIRCUNCISIÓN 

La circuncisión es un procedimiento quirúrgico que implica la extirpación total o parcial del prepucio del pene. Los primeros testimonios de la circuncisión aparecen en antiguas pinturas egipcias de más de 5.000 años de antigüedad. En el libro del Génesis (17: 10-14), la circuncisión representa la alianza realizada por Dios con Abraham y sus descendientes.

El prepucio forma la cubierta de la cabeza del pene (el glande) . Es muy rico en nervios encargados del tacto, y el movimiento del prepucio sobre el glande proporciona algunas de las sensaciones de placer que se experimentan durante coito.

Alrededor de la quinta parte de los hombres de todo el mundo han sido circuncidados, sobre todo por motivos religiosos y culturales cuando el procedimiento se realiza poco después del nacimiento o en la pubertad. Aunque hay adultos que se someten a la circuncisión como un acto de devoción religiosa, la circuncisión a esta edad se realiza normalmente por razones médicas.

Los hombres adultos que fueron circuncidados siendo bebés no suelen referir problemas sexuales relacionados con la circuncisión, sin embargo, los hombres circuncidados siendo adultos sexualmente activos pueden referir una reducción o alteración de la sensibilidad en el pene, si bien en la práctica esto no es frecuente y generalmente conlleva una mejoría respecto de la situación que ha motivado el realizarla.

En adultos, el procedimiento se realiza con anestesia local, siendo de tipo ambulatorio. Es niños, se realiza con sedación o incluso anestesia generaldependiendo de la edad.

Las razones para la circuncisión se engloban en tres grandes grupos:

  • Circuncisión por una indicación médica directa.
  • Circuncisión para prevenir futuras enfermedades.
  • Circuncisión como acto de devoción religiosa.

Prepucio no retráctil en niños

En contra de la creencia popular, en casi ningún niño recién nacido se puede retraer el prepucio (retirarlo hacia atrás). Aunque lo hagan con su mejor intención, los padres no deben intentar limpiar bajo el prepucio hasta que éste no sea totalmente retráctil por sí mismo, puesto que los intentos de retirar hacia atrás un prepucio no retráctil pueden producir dolor o incluso heridas.

Aproximadamente el 50% de los niños de un año tienen un prepucio no retráctil, así como el 30% de los niños de dos años, alrededor del 10% de los de cuatro años y cerca del 5% de los de 10 años. Este pequeño porcentaje en los que persiste el prepucio no retráctil tienen mayores posibilidades de desarrollar fimosis.

Fimosis

Entre el 1 y el 1,5% de los niños presentarán este problema al cumplir los 17 años.  En esta dolencia, la abertura del prepucio es muy estrecha, impidiendo su retracción.

Algunas veces, el borde del prepucio tiene un color blanquecino, aspecto de cicatriz, poca elasticidad y no se arruga al retraerlo. Estas alteraciones del prepucio se conocen como balanitis xerótica obliterante; en la mayoría de los casos es aconsejable la circuncisión. Es relativamente frecuente encontrar esta situación en pacientes diabéticos o en aquellos con episodios repetidos de infección.

Los síntomas pueden incluir:

  •      Irritación o sangrado en el borde del prepucio.
  •      Escozor o dolor al orinar (disuria).
  •      Incapacidad o dificultad para orinar.

Balanopostitis

Esta dolencia provoca enrojecimiento e hinchazón del prepucio, junto con aparición de pus en el espacio situado entre el prepucio y el glande. A veces, todo el pene está hinchado e inflamado. Entre el 3 y el 10% de los niños padecerán este trastorno, dependiendo de cómo se defina la dolencia.

La balanopostitis constituye, en raras ocasiones, el primer síntoma de diabetes. Si no existe de forma evidente una causa que lo produzca, el único tratamiento necesario consiste en adoptar simples medidas de higiene, tomar un
calmante suave y no retirar el prepucio. En la mayoría de los casos, el paciente se recupera sin más intervención. La circuncisión sólo se realiza cuando el trastorno es recurrente y resulta molesto.

Parafimosis

Esta dolencia se produce cuando se retira hacia atrás el prepucio enérgicamente por detrás del surco coronal del glande o cabeza del pene, sin volver a colocarlo después en su sitio. El prepucio actúa como un torniquete apretado alrededor del glande, produciendo un intenso dolor, requiriendo atención médica urgente. Esta dolencia puede tratarse a veces apretando firme pero suavemente el glande, hasta que el prepucio pueda deslizarse de nuevo sobre él. Si esto no es posible, hay que reducir la parafimosis bajo anestesia local. La circuncisión a veces es necesaria en estos casos.

La prevención de enfermedades es la segunda causa más frecuente para realizar la circuncisión tras los motivos religiosos, aunque existen pocos datos sobre si tiene algún efecto beneficioso sobre la salud futura. Es más probable que la práctica tenga su origen en ciertas tradiciones culturales.

Por fortuna, las complicaciones de la circuncisión son relativamente poco frecuentes. Entre ellas se incluyen:

  • Hemorragias. Evitar las erecciones en el postoperatorio inmediato disminuirá mucho tal incidencia.
  • Disminución de la sensibilidad del pene.
  • Infección (poco frecuente).
  • Lesiones en la uretra (poco frecuente).
  • Amputación del glande (poco frecuente).

LESIONES DEL PENE

A pesar de su localización externa, su movilidad y su elasticidad explican el que raramente se produzca una lesión del pene. Se puede lesionar durante actividad sexual (rotura de frenillo o de cuerpos cavernosos) o por agentes externos (agresiones, arma blanca o de fuego, mordedura, avulsión o incluso amputación).

Las lesiones más frecuentes son las siguientes:

  • Desgarro de frenillo.
  • Amputación del pene.
  • Fractura del pene.

1-Desgarro de frenillo.

Esta situación se produce durante el coito, en el cual un frenillo corto y tirante se desgarra de forma total o parcialmente, produciendo dolor e incluso una hemorragia llamativa. El tratamiento consiste en la realización de la rotura completa y sutura quirúrgicas (la operación produce un alargamiento del también sirve para alargar el frenillo) bajo anestesia local, pudiendo comprimir y ocluir la zona hasta que esto se produzca sin que la pérdida sanguínea sea relevante.

2Fractura del pene

La fractura del pene ocurre cuando se le aplica una fuerza anormal y tangencial en estado de erección (generalmente durante el coito, cuando la pareja se coloca encima a “horcajadas”). Esta fractura supone un desgarro en la túnica albugínea, una espesa capa fibrosa que envuelve a los cuerpos cavernosos (los dos cilindros que albergan el tejido eréctil del pene). La mayoría de los casos (75 %) ocurren en un solo cuerpo cavernoso, el 25 % afecta a ambos lados, y en el 10 % el desgarro se extiende a la uretra.

3Amputación del pene

La amputación traumática de una parte o de todo el pene suele estar relacionada con trastornos psiquiátricos. La hemorragia puede ser importante, poniendo en peligro la vida, especialmente cuando la amputación se produce con el pene erecto.

El fin de la cirugía es restablecer la longitud del miembro y sus diferentes funciones. Si nos encontramos ante una sección completa del pene, conviene tener en cuenta que la preservación correcta del órgano amputado (limpieza, colocación en bolsa de plástico estéril y recubierta con hielo) puede hacer viable un reimplante incluso a las 24 h de producirse el hecho, constatándose los mejores resultados con técnicas microquirúrgicas, si bien es difícil pronosticar que la recuperación completa tendrá lugar.

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